Todo empezó con un festival de rumba en Barcelona, corría el año 2012… Hacía un par de años que comencé con el aprendizaje del casino, y el enganche fue inmediato y arrasador; miraba de conocer los temas que ponían en las salas y disfrutar del ambiente y la música…

Al poco tiempo, conocí un chaval (futuro precursor de TIMBALENCIA) que en el social hacía movimientos extraños, asincopados (concepto que adquirí muy posteriormente), no eran los típicos pasos libres que ya había observado en bailarines avanzados o que desarrollaban el estilo lineal; más bien, eran movimientos que desprendían fuerza, poseían una simbiosis con la pareja de baile; y como bien dice el refrán: “la curiosidad mató al gato” al conocernos me propuso acudir a un congreso de rumba y este momento marcó un antes y un después…

Mi primer contacto en directo y sin tener ni la más mínima información con la rumba fue en mi primer taller en el Festival Guaguanco de Barcelona que organiza Jorge Camagüey; el impacto fue atómico; no voy a nombrar a la larga lista de grandes maestros cubanos que hay en Europa porque seguro que me dejo alguno, así que me limitaré a decir las dos primeras figuras que vi; el taller de Columbia (para iniciados) lo impartía “Yoannis Tamayo”, y de golpe sonó una voz como si llegase del cielo y arrasará toda la sala, en una esquina había un cubano vestido entero del mismo color, fue como un trueno directo al corazón… estaba ante el mismísimo “Gustavo Charon” El Elegante¡QUE ENERGÍA!

Ese mismo día aprendí que si te piden “échame una diana” la respuesta más sabia es: ¿pero de Guaguancó o de Columbia?

Ya no había marcha atrás, volviendo de aquel congreso de manera inconsciente empecé a golpear con las manos en el volante el cata del guaguancó…

¡EL TREN YA ESTABA EN MARCHA!

Uno empieza a introducirse en el mundo de la sala, asiste a clases de baile a diferentes pubs y discotecas, trata de aprender, hace un grupo de amigos... Y despues de 5 años, se puede decir que uno alcanza estabilidad y madurez en cuanto al baile social. Sin embargo si eres curioso, y un dia, por casualidad coincides en un social bailando con alguien que parece bailar la misma música que tú, pero de una manera completamente diferente, dandole un enfoque distinto. Asi que tras hablar con él, decides apuntarte a su escuela para recibir clases de Saul, más conocido como Papa Rumba . No te importa que su escuela se encuentre a 100km de tu casa, decides apuntarte y asistir a sus clases dos veces a la semana durante un año. Y así es como, en el año 2010 empiezas conociendo la rumba y el afro cubano, tanto en la parte danzaria, como musical, sus movimientos eclécticos, y la percusión.

Como dice mi futuro compañero, la curiosidad mató al gato, y así que decides comprarte un par de congas para probar a aprender a tocar esos ritmos de percusión que escuchas en las clases de afro y rumba cubana. Fue, Papa Rumba quien me habló de un evento llamado Cubaneame, organizado por Ball passió , y ahí fue donde por primera vez vi unas clases de "salsa", con la particularidad de que la musica provenía de un grupo de 3-5 personas tocando percusión, y no de un mp3. Ahí, llego Jorge Camaguey y anunció que al mes siguiente se celebraba su evento, el Guaguanco Festival. Wooow, yo tenía que ir ahi, un evento dedicado exclusivamente a la rumba y el afro cubano que Papa Rumba me inyectó en las venas. Aquello marcó un antes y un despues, gente bailando de una forma totalmente diferente a como tenía acostumbrado ver los fines de semana cuando salía por mi ciudad, 4 aulas con clases con percusión en vivo que te llenaban de energia.... en ese momento supe que queria dejar de ser salsero, para intentar convertirme en un rumbero .

Al año siguiente decidí repetir y acudir a ambos eventos (Cubaneame y Guaguanco festival), acompañado de un nuevo amigo de la salsa (y futuro cofundador de Timbalencia). Fue durante la vuelta del festival, que ví que mi amigo, mientras conducia, estaba tocando el cata ( uno de los ritmos básicos de la rumba) golpeando con sus dedos en el volante, entonces en ese mismo momento supe que teníamos que intentar hacer un grupo de percusión, y difundir toda esa cultura que acababamos de presenciar en esos dos eventos. Era una locura, pues nuestros conocimientos danzarios eran escasos, y los conocimientos musicales nulos. Pero tras buscar y buscar, surgió la oportunidad de empezar unas clases con un cubano recien llegado a la ciudad, un cubano que la tocaba y la cantaba.

¡EL TREN YA ESTABA EN MARCHA!